sábado, 6 de febrero de 2016

Refugiados en Alemania, la borrosa línea entre lo correcto e incorrecto

Columna de Opinión

El desafío que enfrenta el país germano para integrar a más de un millón de solicitantes de asilo a la sociedad se convertirá en la gran victoria de Merkel o en la derrota de todo un pueblo
Europa vive la mayor crisis migratoria luego de la Segunda Guerra Mundial. Alemania es el país que tomó las riendas de la situación en el continente y solo el año pasado registró la entrada de 1.091.894 demandantes de asilo. La canciller Angela Merkel se presentó como la salvación de quienes huían de la guerra civil en sus países, cuando otras naciones bloquearon las fronteras.
Ahora Alemania se enfrenta a un nuevo reto: integrarlos a la sociedad. Esto acarrea muchas dificultades, ya que se tratan de inmigrantes que pocas cosas comparte con los alemanes.  Idioma, costumbres, normas e ideologías diferentes.   
En setiembre de 2015, la imagen de un niño sirio de tres años ahogado en la playa de Turquía se convirtió en un símbolo de la tragedia de los refugiados. La fotografía recorrió el mundo y los ciudadanos germanos actuaron ante esta injusticia. Aparecieron diversos grupos en las redes sociales para donar ropa, juguetes, dinero y para ofrecerse como voluntarios para brindar ayuda a estas personas.

La cantidad de donaciones fue tan abundante que la policia local tuvo que pedir que pararan, porque no tenían más espacio para guardar objetos y alimentos. La gente recibía a los refugiados con regalos y carteles de bienvenida. En los comercios se veían carteles manifestándose a favor de su llegada y hasta ofreciéndoles trabajo.
Esta fue la respuesta de un pueblo que sabe lo que es estar destruído por una guerra y que se haya en una condición de bienestar económico, no propio de la situación europea actual. 

Según publicó en su portal Deutsche Welle, se necesitarán unos 50.000 millones de euros de los contribuyentes para alojar, alimentar y capacitar a los refugiados para la vida en Alemania entre 2016 y 2017. Estos datos los estimó un estudio del Instituto de Investigación Económica de Colonia (IW).
Estos gestos fueron detectados por muchos refugiados que devolvieron su generosidad con el compromiso de intentar adaptarse al sociedad. Comenzaron cursos de integración, que consisten tanto en clases de idioma alemán como de historia y cultura local. Algunas personas asistieron regularmente a la institución sin ausentarse ni un día.
Se adaptaron a la puntualidad característica de esta sociedad, a seguir sus tradiciones y a querer estudiar o trabajar aquí.
Pero los brazos de los alemanes se están cerrando. Varios sucesos hicieron que se los reciba con temor más que con una bienvenida. Como ocurre en todos los ámbitos, la minoría que hace las cosas mal perjudica a quienes se adaptan y ven a Alemania como su futuro.  
El jueves pasado (4 de febrero) la policía alemana detuvo en centros de refugiados a tres sospechosos de planear un atentado en nombre del Daesh en el centro de Berlín. Dos aún están prófugos. El miedo a que haya un ataque terrorista como el que ocurrió en Francia preocupa a los alemanes, sin ocasionar pánico por su confianza en las fuerzas de seguridad local.
Por otro lado, el comportamiento de decenas de hombres, en su mayoría árabes o norteafricanos, en Nochevieja en Colonia sembró temor y desconfianza en los ciudadanos. Se presentaron más de 750 denuncias de agresión sexual a mujeres y robos de los que se identificaron 31 sospechosos; 18 eran demandante de asilo.  
Este día también se registraron abusos sexuales en otras localidades como en Stuttgart, Hamburg, Fráncfort y Düsseldorf. Poco después, una piscina en Bornheim (20 kilómetros de Colonia) prohibió el ingreso de refugiados hombres por la queja de la misma índole de varias usuarias.
La igualdad de género que rige en Alemania no es compartida por otras culturas. Estos casos demuestran la falta de respeto en sus países de orígenes hacia las mujeres. ¿Cómo educar a estas personas que nacieron en una cultura patriarcal, en la que el hombre tiene el poder y es superior al otro sexo?
¿Hasta qué punto un pueblo puede alojar a inmigrantes sin comprometer su paz interna, mantener su estilo de vida y normas? Esa es la interrogante que hoy se preguntan los alemanes. Su inquietud se manifestó en números al publicarse la encuesta de aprobación de la actuación de Merkel, principal promotora de la política de recibir refugiados. Antes de finalizar el 2015 tenía un 60%, ahora solo un 40%.
Frente a estos sucesos la canciller tuvo que endurecer su discurso, frentar su política de bienvenida y ser más rigurosos al momento de conceder asilo.

El mayor desafío que tiene el país no es económico ni espacial. Es de integración. Lograr que las diferentes culturas logren vivir en armonía y en respeto mutuo. Una tarea nada sencilla, que el gobierno alemán se comprometió a realizar.


2 comentarios:

  1. Muy buena la columna de opinión de Elisa Tuyaré.
    Es una descripción muy cruda y rigurosa de la realidad europea ante el fenómeno de los centenares de miles de refugiados que van en busca de un promisorio y atrayente destino.

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